jueves, 1 de julio de 2010

LA CASA (Microrelato)


Mi prima me estaba esperando porque nos íbamos de viaje, estábamos en la estación de buses. Cuando llegamos a la casa, había un cuarto donde tenía miedo de entrar, porque allí casi toda mi familia murió, menos mi tía, mi prima y yo.



En la noche no le encontraba a mi prima ni a mi tía. No sabía que es lo que pasaba.


Me dije: voy a entrar y voy a averiguar, que pasa dentro de ese cuarto.


Tomé fuerza y entré. Una vez adentro, vi todos los cuerpos de mi familia, hasta mi propio cuerpo.


Fue cuando entendí que ese cuarto tenía muchas almas que lloraban por su libertad.






Yo escribí este cuento encerrado en este cuarto...






©Paulo Sarmiento Fernández


1 de julio del 2010

lunes, 7 de junio de 2010

SOLO


Estaba sentado en una banca. Todo estaba pasando muy rápido como un animal cuando corre, no me daba cuenta de nada. Estaba muy asustado porque estaba solo, en esta celda de la cárcel, no sabía cuántos años tengo, tampoco sabía cuántos años llevaba aquí metido, pudriéndome en vida, no me acuerdo de mis padres, tampoco de mis hermanos, ni de mi esposa y mis hijos, estaba completamente solo. Después de varios años más me dejaron salir y veía rostros de felicidad de alegría pero yo siempre he estado solo.
©Paulo Sarmient0
Cuenca, 13 de abril de 2010

martes, 25 de mayo de 2010

EL GATO MISTERIOSO


La noche era muy oscura. La abuela escuchó el maullido de un gato, abrió la puerta y allí estaba el gato negro. Pensó que podía ser una buena compañía, pues hace muchos años que vivía sola. Le hizo entrar y le ofreció de comer, el maullador no tocó la comida. Por varios días la abuela le ofrecía de comer y el gato nunca tocaba su comida.

Un día empezó a maullar bien duro, al siguiente día el gato desapareció. El cuerpo de la abuela fue encontrado tres días después, sin ningún tipo de herida, simplemente estaba muerta.

Casos como este, ocurrieron en varias ocasiones, el gato, que nunca comía, se hacía adoptar por alguien solitario, y su dueña aparecía muerta al poco tiempo, sin ningún daño en su cuerpo, y el gato desaparecía.

Cuando lo escuché aquella noche, inmediatamente lo reconocí, supe que era el gato del que hablaban todos. Lo llevé a mi hogar, intenté darle de comer, pero como esperaba, no probó el alimento. Así estaba por un par de días, hasta que una noche empezó a maullar muy raro, con un maullido aterrador y fuerte. Me asusté porque era cuando desaparecía y dejaba a su dueño muerto. Pero entonces entendí todo, se me acercó maullando de aquella manera macabra y abrió la boca. Entendí porqué no comía comida, lo entendí justo cuando empezó a comerse mi alma.

©Paulo Sarmiento Fernández

5 de básica